Las marcas se encuentran en la búsqueda constante de estrechar el vínculo con los consumidores, volviéndolo más humano y cercano. La feroz competencia a la que se someten a la hora de captar la atención de un cliente cada vez más exigente las lleva a desarrollar estrategias que les permitan adaptarse rápidamente a los cambios en sus gustos. Si bien el debranding no es algo cien por ciento novedoso, en los últimos tiempos ha comenzado a ocupar un lugar importante dentro de las estrategias de marketing de las principales marcas. Te contamos de qué se trata y qué objetivos persigue.

El surgimiento del debranding

A diferencia de lo que pasaba tiempo atrás, los consumidores ya no se sienten atraídos por las comunicaciones que muestran muy evidentemente que solo buscan venderles productos o servicios. En un contexto sobrecargado de mensajes y estímulos visuales, lo más valorado es el aporte genuino que una marca pueda brindarle a su vida. Por eso, es que se produce el surgimiento del branded content y del debranding, dando respuesta a la necesidad de los consumidores actuales de sentirse valorados y de acceder a propuestas que les aporten valor.

La técnica del branded content consiste en diseñar contenidos que se relacionen estrechamente con los valores de la marca a la vez que logren generar vínculos fuertes con los consumidores. Para ser efectivo debe apelar a las emociones y lograr generar conversaciones alrededor de la marca. Un recurso muy utilizado para ello es el storytelling. Te contamos aquí por qué debes incluirlo en tu estrategia de marketing digital.

El debranding es una técnica que se relaciona con la anterior, pero desde la vereda opuesta. Nace como respuesta a esa desconfianza que las marcas y su constante intención de vender generan en el público.  Propone un sutil paso hacia atrás de las marcas, cediendo en parte su protagonismo a favor del consumidor. En términos de imagen, esto supone una simplificación de los logos, y la identidad visual en general, que permita mostrarse de una manera más sutil, pero sin perder presencia. El objetivo consiste en brindar una imagen mucho menos corporativa y altiva y mucho más cercana a la gente.

El debranding como estrategia aplicada específicamente a la disminución o anulación de la presencia de marca en comunicaciones o el packaging debe ser aplicado solo en campañas puntuales. De otra manera, se correría el riesgo de que atente contra el posicionamiento y la imagen de marca. Sin embargo, su intencionalidad no debe limitarse solo a la identidad visual de las marcas. Debe formar parte de su cultura e ir de la mano de un cambio más profundo en su filosofía y su forma de interactuar y relacionarse con el cliente.

Es importante tener en claro que solo las marcas más consolidadas en el mercado y con una identidad visual fuerte y reconocida pueden atreverse al debranding.  En caso contrario, el riesgo sería muy grande: desdibujar la imagen marcaria frente a una audiencia en la que aún no termina de posicionarse. Lo recomendable para tu marca es comenzar por lo opuesto: realizar un fuerte trabajo de branding que conduzca a que tu público identifique tus productos o servicios sin necesidad de ver tu logo asociado a ellos.